En el libro nunca se menciona si el principito logra volver al B612, tampoco dice si pudo reencontrarse con su rosa y menos habla en qué condiciones estaba ésta. Probablemente, en un comienzo, la rosa extrañaba y necesitaba a su principito. Pero, ¿qué hacemos una vez que asumimos nuestra soledad?. La rosa hablaba de sus espinas, que le permitían defenderse. Antes afirmaba sentirme como la rosa abandonada por su principito. Frágil. Pero también llega el momento de comprender que tal vez el principito nunca será capaz de regresar al B612 (o simplemente no querrá hacerlo). Y eso es lo que he logrado. Y no sólo eso, aprendí también que no necesito que mi prinicipito... el principito -mejor dicho- vuelva. Porque tengo espinas. Espinas que he utilizado durante toda mi vida para poder llegar donde estoy ahora. ¿Qué hacemos una vez que hemos asumido nuestra soledad?. Nada. Porque, precisamente, ese es EL gran paso a dar. Es automático. Ahora puedo ver que no sólo soy una frágil rosa; soy una hermosa flor que puede resultar atractiva a los ojos de muchas personas. Pero más importante que eso, aprendí que las espinas son necesarias, porque nadie más que nosotros podemos y debemos avanzar... gracias a nuestra fortaleza. Es cierto, los demás nos apoyan, pero las decisiones son tomadas por cada uno. Y a fin de cuentas, ¿de qué sirve ser una frágil rosa?. De nada, porque bastaría el simple soplo del viento para destruirnos. Si no he dejado que verdaderas tempestades arrasen con mis pétalos en estos -bien vividos- 24 años, menos dejaré que un simple príncipe descuidado lo haga. |
por dani ceroaporte |
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