Pecados capitales son los que originan otros pecados. Más allá del sentido religioso de la palabra "pecado", creo crucial el intentar corregir aquellos que aparecen en mi vida, no por el tema de comprar un trozo de cielo -o paraíso en el que crean-, sino porque he descubierto que los principales afectados no son sólo quienes los padecen, también lo son quienes nos rodean. Intentaré repasarlos uno a uno, para hacer "examen de conciencia" y a la vez, me conozcan un poco mejor. Decidí comenzar con la envidia, creo que es el que menos invade mi vida y por lo mismo es el más difícil -para mí- de comentar (compréndanme si está mal escrito o es poco creativo, o rebuscado!). A veces lo sincero puede ser brutal (disculpas de antemano).Me he preguntado muchas veces si es peor envidiar cosas o "vidas" (situaciones). Y en más de alguna ocasión, lo reconozco con vergüenza, me encuentro queriendo cosas que otros poseen como el auto, o una casa bonita, o bonita ropa; gracias a dios ocurre en contadas ocasiones. Lo que también me ha pasado, de nuevo contando las veces con una mano, es desear vidas: tener un novio que me quiera, una familia modelo, etc. y lo que lejos me ha hecho sentir peor, es envidiar vidas y saben por qué, porque -según yo y nadie más- envidiar cosas habla de qué tan superficiales podemos ser, en cambio envidiar vidas, nos dice que tan vacíos nos sentimos... creo que desde cualquier punto de vista ser superficial es nada, comparado con sentirse vacío. Entonces, si lo planteamos desde otro punto de vista, ¿envidiar muchas cosas, es mejor que envidiar pocas vidas?. Y aquí pierde importancia la forma -cosas, vidas-, transformándose en algo muy relevante el fondo - la envidia-. Quien envidia millones de cosas se siente tan podrido como el que sólo envidia a quien tiene una linda relación de pareja, por ejemplo. Lo peor de todo, por lo tanto, es la envidia, sea cual sea la causa. Por eso no creo en la "envidia sana", es una basura que inventamos para autocompadecernos... sigue siendo envidia donde la pongamos. Es válido hacer el análisis preguntándonos si somos envidiosos, pero apostaría a que una parte de nosotros -y no precisamente la minoría- se ha sentido envidiado más de alguna vez. Algo extraño ocurre, porque quien es envidiado, sabe que lo es la mayoría de las veces y -casi con placer- no dice nada... peca de soberbia!, ven que también dañamos a quienes nos rodean. Por suerte (buena o mala, no sé), la soberbia es una parte tan importante de mi vida (ya escribiré sobre eso), que envidio poco... PD: es una pelada de cable más o menos, ojalá lo hayan entendido, les advertí que la envidia me costaría mucho. Ya escribiré de soberbia e ira (mis traumas!) / las opiniones vertidas son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no representan, necesariamente, el sentir popular, jiji. |
por dani ceroaporte |
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